Nuestro pasado Franciscano
Las iglesias de nuestra ciudad no
solo tienen polvo y palomas maquillando su fachada, esta también la historia
corriendo por sus venas. El convento museo de San Francisco es un lugar que
encierra una singular magia. Al iniciar el recorrido por sus pasillos
decorados con bellos azulejos españoles usted irá descubriendo la riqueza
histórica que encierra.
Francisco Solano
protector de sus muros les dará la bienvenida y cuidara sus pasos al conocer y
pasear por sus pasillos, El techo construido mediante la técnica del machihembrado
y las gigantescas pinturas con motivos religiosos, que por una extraña razón
muchos de los personajes que los adornan están decapitados, brindan al lugar un halo de misterio.
Pero el principal atractivo y sin duda son las
Catacumbas, en su extenso recorrido se aprecia techos abovedados o planos
unidos por pasajes y arcos de medio punto, construidas con ladrillo y cal y
canto, en el piso de ellos se encuentran sepulcros rectangulares donde los féretros
eran colocados unos sobre otros, separados por tierra y cal viva, para acelerar
el proceso de descomposición, evitar epidemias y malos olores.
El año de 1808 fue inaugurado el
Cementerio General “Presbítero Matías Maestro”, pero por costumbre se realizaban
todavía los entierros en las iglesias, por lo que en el año de 1821 don José de
San Martín, prohibió el uso de las catacumbas mediante un decreto, siendo
clausuradas posteriormente.
En 1947 fueron abiertas sus galerías
y pasajes que se encontraban tapiados, para efectuar trabajos de excavaciones,
limpieza e instalaciones de luz, tres años después en 1950 las catacumbas
quedaron abiertos al público. El área total de estas criptas no se ha llegado a
determinar aún y se cree posible que exista una comunicación entre sus galerías
con el Palacio de Gobierno y la cercana estación de Desamparados.
La variedad de libros están escritos en latín, español, francés, portugués, italiano y algunos de ellos escritos en lenguas muy antiguas, cuenta además con casi 6,000 pergaminos así como obras únicas de jesuitas y agustinos. El costo de la visita es de tres soles
Por: Jorge Luis Fernández Rojas
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